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MENSAJE DE DIOS PADRE 012

MENSAJE DE DIOS PADRE

EN LA FIESTA DE CORPUS CHRISTIE

11 de junio de 1998


Vosotras Hijitos míos, hoy se celebra una de las grandiosidades de Mi Corazón para con vosotros. Mi Hijo Unigénito, antes de padecer por vosotros, se me ofreció a Sí mismo en la Ultima Cena en la cual os dejaba, desde ese momento y para siempre, su Cuerpo y su Sangre como compañía y como alimento para vuestras almas hasta el fin del mundo.


Vuestras humanas capacidades no se dan cuenta de lo excelso de este regalo. Lo excelso de esta donación es un grandísimo acto de humildad y de Amor hacia vosotros.


Los apóstoles y la gente de ese tiempo pudieron seguir y contemplar con sus sentidos humanos la vida de mi Hijo sobre la Tierra, a vosotros os toca el premio de poder compartir y poderos saciar con el verdadero Cuerpo y la verdadera Sangre Divinos de mi Hijo Jesucristo.


Si vosotros os dierais plena cuenta de tan grandísimo don del Cielo, os postrarías con frente al suelo y agradeceríais en forma tal que os sentirías indignos de tan grande favor.


Si pudierais ver mi Majestuosidad y Poder que existe en ese “pedacito de pan” y al que vosotros ya veis como algo simple, os turbaríais y, es más, no os acercaríais a tomarlo, porque vuestra misma alma se sentiría indigna de recibir a su Rey, a su Creador en TODA su Potencia y Majestad.


Por eso mi Hijo quiso deja r en manos de vuestra Fe y de vuestro amor todo Nuestro Ser, en ese pequeño pedacito de pan y que, con la humildad de todo un Dios, se dona, a quién quiera recibirlo, día a día.


Nuevamente es Nuestro Amor el que se da a sus creaturas, pequeños míos de mi Corazón. Tanto es Nuestro Amor hacia vosotros, que recurrimos a inventar actos de Amor -grandes milagros- pero los hacemos ver, a veces, pequeños para no asustar a vuestra débil humanidad.


Tomad hijos míos, tomad el Cuerpo Glorioso Santísimo, de Mi Hijo Jesucristo para os en vuestras almas. Así como vuestro cuerpo necesita alimento para crecer y dar fruto, así vuestra alma debe tomar el alimento, por excelencia, que es la Sagrada Eucaristía, para también crecer y dar fruto.


No desaprovechéis, hijos míos, este regalo TAN grande del Cielo, tan grande que hasta los mismos Ángeles quedaron estupefactos ante la Humildad y Poder de mi Hijo, al crear la Sagrada Eucaristía. Ellos me pueden ver directamente a los Ojos puesto que ya viven en mi Gloria, vosotros podéis vernos con vuestros ojos del alma, al tomar este Sacratísimo alimento del Cielo.


Hijitos, cuánto os amo. Permaneced en mi Amor y vivid mi Vida en vuestra vida a través del Alimento Celestial, el Cuerpo y Sangre Divinos de mi Hijo Jesucristo.




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